Las siete maravillas del mundo |
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I. EL TEMPLO DE DIANA, EN EFESO. Este soberbio edificio medía más de cuatrocientos pies
de largo por doscientos de ancho. En el patio interior se podían
admirar ciento veintisiete columnas, de sesenta pies de altura cada
una, levantadas por otros tantos príncipes en nobilísima
pugna por superarse unos a otros en los gastos que se imponían
para la suntuosidad de la obra. Todos los reyes del Asia contribuyeron
a la construcción y ornato de este templo, que fue terminado
al cabo de dos siglos. Estaba decorado con pinturas, estatuas y bajorrelieves
que eran obras maestras de los mejores artistas. Las puertas se habían
construido con madera de ciprés, los entramados de cedro y
la estatua de Diana de oro. II LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. Estas Pirámides, la única de las maravillas del mundo que aún subsiste, fueron levantadas por los antiguos monarcas egipcios para que sirvieran de sepultura a los reyes, a la familia real y a los grandes dignatarios de la nación. Son inmensas construcciones graníticas de base cuadrada, cuyas cuatro aristas concurren en la cúspide. En su interior se abren innumerables subterráneos que conducen a las cámaras sepulcrales abovedadas. La mayor de las pirámides, que se halla en las inmediaciones de El Cairo, mide 142 metros de altura, la misma que la catedral de Estrasburgo, y se puede subir a su cúspide sin mucha dificultad. III. Los JARDINES DE SEMÍRAMIS. Semíramis, esposa de Nino, rey de Babilonia, engrandeció esta capital embelleciéndola con palacios, templos, acueductos y principalmente con jardines colgantes que excitaban la admiración universal. Estos jardines quedaban sostenidos en el aire mediante columnas de mármol, sobre las cuales descansaba un piso hecho con vigas de palmera y recubierto de un fondo considerable de tierra. En este suelo artificial crecían legumbres, flores, las plantas más diversas y los árboles más gigantescos; el agua llegaba abundante por medio de canales y máquinas hidráulicas. El historiador latino Quinto Curcio dejó una detallada descripción de este prodigio de arte. IV. EL COLOSO DE RODAS. Era una estatua de bronce que tenia 32 metros de altura, y estaba
dedicada a Apolo. Se hallaba a la entrada del puerto y sus pies descansaban
sobre dos grandes rocas, pudiendo los navíos pasar a velas
desplegadas por entre sus piernas. Una escalera interior conducía
a la cima de este monumento, desde donde se divisaban, según
se dice, las costas de Siria y los bajeles que surcaban el mar de
Egipto. Cuarenta años después de haberlo erigido y habiendo
sido derribado por un violento terremoto, los pueblos vecinos que
deseaban verlo de nuevo en pie enviaron a tal efecto considerables
sumas, pero los rodios se repartieron el dinero con el pretexto de
que las decisiones del oráculo eran claramente contrarias a
que fuese de nuevo colocado en su lugar. V. ESTATUA DE JÚPITER OLÍMPICO. Esta estatua, obra de Fidias, estaba hecha de oro y marfil, y representaba a Júpiter coronado de olivo, sentado sobre un trono de oro, sos-teniendo en su mano derecha una Victoria y empuñando en su izquierda un cetro que terminaba en un águila, En los cuatro ángulos del trono se veían esculpidas otras tantas Victorias que estaban en actitud de darse la mano como para danzar. Las Gracias y las Horas, obra maestra del mismo cincel, se inclinaban dulcemente sobre la cabeza del soberano de los dioses. Cuando Fidias hubo terminado su obra, rogó a Júpiter por una señal que le hiciera patente que aprobaba el trabajo tan felizmente realizado. Inmediatamente, los truenos retumbaron en el espacio y el pavimento del templo fue herido por el rayo sin que dejara huella en parte alguna. Este monumento estaba instalado en el templo de Júpiter, en Olimpia, y el templo mismo podía considerarse una maravilla. VI. EL SEPULCRO DE MAUSOLO. Mausolo, rey de Caria y uno de los príncipes más ricos
y poderosos de su tiempo, fue a su muerte tan llorado por su esposa
Artemisa II que ésta para enaltecer la memoria de su amado,
mandó construir en Halicarnaso un magnífico sepulcro,
cuyo esplendor eclipsaba todo lo que en este género se había
visto hasta entonces. Medía 400 pies de circunferencia, 140
de altura y contenía en su recinto 36 columnas. La pirámide
que coronaba el monumento tenía por remate un carro de mármol
tirado por cuatro caballos. VII. EL FARO DE ALEJANDRÍA. Se da el nombre de faro a una torre que se levanta a la entrada de
un puerto o en sus proximidades y sobre la que durante la noche se
encienden potentes luces para que sirvan de guía a los barcos
que se acercan a la costa. El faro de Alejandría, en Egipto,
construido en el reinado de Tolomeo II, se componía de muchos
pisos, .cada uno de los cuales iba estrechándose y por esto
todo el conjunto tenía forma piramidal.
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