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Alucinógeno, sustancia que produce efectos psicológicos
que son normalmente sólo asociadas con sueños, esquizofrenia,
o exaltación religiosa. Produce cambios en la percepción,
pensamiento; el individuo sufre, desde las distorsiones de las que
se da cuenta (ilusiones) hasta ver objetos donde no los hay (alucinaciones).
Los alucinógenos elevan las señales sensoriales, pero,
a la vez, el sujeto pierde el control de las sensaciones que experimenta.
Estas drogas han despertado un enorme interés en el mundo científico
y, a la vez, han extendido una amarga controversia, porque producen
marcadas aberraciones en el comportamiento.
Los más importantes de éstos alucinógenos son
el d-lysergico, el ácido diethylamide o LSD-25, que originalmente
se derivó del cornezuelo del centeno (purpurea de Claviceps),
un hongo que se da en el centeno y en el trigo; la mescalina, el principio
activo del cactus del peyote (williamsii de Lophophora) que crece
en el sureste de Estados Unidos y México; y el psilocybin y
psilocin que vienen de ciertos hongos (de dos especies mexicanas,
de Psilocybe y cubensis de Stropharia). Otras drogas de este grupo
incluyen bufotenine, originalmente aislado de la piel de sapos, harmine,
de las cáscaras de la semilla de una planta del Cercano Oriente
y de la región mediterránea y el sintético compone
d-methyitryptamine (DMT) y dimethoxyphen-yiethylamine y la marihuana,
que es una resina obtenida de las hojas altas de las plantas del cáñamo
(sativa del Cáñamo).
Las sociedades nativas, al parecer, han utilizado por los miles de
años, plantas que contienen substancias psicodélicas.
Los hongos alucinógenos de México fueron considerados
sagrados y los aztecas los llamaron "la carne de dios".
Durante el siglo XIX, los apaches del sureste de USA, practicaron
el rito del peyote que, además, fue adoptado por muchas tribus
de las llanuras. Este rito se fundió en el futuro con el cristianismo,
en 1918, al fundarse Iglesia americana Nativa con el propósito
de proteger y mantener el peyotismo, como una forma de culto.
El interés científico por estas substancias ha tenido
un lento desarrollo. La mescalina se aisló, finalmente, como
el principio activo de peyote en 1896, pero la aceptación de
sus efectos, no lo fueron hasta las 1943. Ocurrió que el químico
suizo Alberto Hofmann, casualmente, ingirió una preparación
sintética de ácido lisérgico y debió experimentar
todos sus efectos psicodélicos, lo que lo indujo a buscar una
sustancia natural responsable para la esquizofrenia. En 1953, Gordon
Wasson, banquero de Nueva York y micólogo, hizo notar los poderes
de los hongos mexicanos, y rápidamente se propuso encontrar
el principio activo de su potencial psicodélico. Se piensa
que el LSD, así como las psilocybina, psilocina, bufotenina,
y harmina, actúan antagónicamente hacia el serotonina,
importante factor para el cerebro. Sin embargo, la evidencia para
confirmar esta conclusión es bastante contradictoria. La mescalina
se relaciona estructuralmente a la epinefrina de las hormonas suprarrenales
y a la norepinephrina catecholamina, muy activa en el sistema nervioso
periférico y por lo que se sospecha que juega un papel como
neurotransmisor en el sistema nervioso central.
Durante los años cincuenta, en psicoterapia, había mucha
investigación científica con estos alucinógenos.
El LSD se usó en muchos países como una ayuda en el
tratamiento de alcoholismo. También fue empleado para reducir
el sufrimiento de pacientes terminales de cáncer, y en el tratamiento
de niños autistas. En los años 60, se abrió una
controversia sobre los aspectos sociales de las drogas, debido a una
subcultura de las drogas, en que se involucraron los alucinógenos.
Y las investigaciones más intensas y extensas indicaron que
los efectos laterales de estas drogas eran más serios que lo
que había indicado la investigación anterior y que la
experimentación con seres humanos era algo prematura. Como
resultado, el LSD y la psilocybina, así como algunos otros
alucinógenos, se limitaron al uso científico y su producción
farmacéutica fue regulada muy estrictamente.
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