Otros textos
|
|
Hubo un tiempo, durante los reyes del Peloponeso y de Creta y en las
islas Micenas y en Cnosos que aportaron un arte en Grecia y
en las
islas. Exhibían una colección de esculturas y pinturas
en sus palacios que, además, adornaban con adornos de bronce
y alhajas de oro. Todo
era parecido a las obras orientales de Egipto y Caldea. La memoria
de aquellas cosas se conservó en los poemas homéricos,
pero los griegos
dejaron de fabricar las obras de arte que llamamos micenianas. Tan
sólo varios siglos más tarde, los griegos establecidos
en Asia se
dedicaron a imitar las artes de los pueblos vecinos, frigios, lidios,
licios; pero no se limitaron a copiar, sino que inventaron.
En las ricas ciudades comerciales fue donde los griegos empezaron
a practicar de una manera original las artes, donde debían
brillar muy
pronto la escultura, la arquitectura, la pintura y la poesía.
Las estatuas más antiguas de los dioses eran de madera, tenían
los ojos cerrados y los brazos pegados al cuerpo. Contaban que Dédalo,
escultor de Atenas, había hecho estatuas vivas que veían
y que andaban. Hizo también alas para escaparse del laberinto,
donde el rey
Minos le había encerrado.
Esta leyenda se refiere, sin duda, a estatuas de madera que tenían
los ojos abiertos, los brazos separados del cuerpo y las piernas en
actitud de andar.
Los escultores griegos más antiguos fueron artífices
que, solo con sus manos, fabricaban armas, vasos y estatuas. El hijo
continuaba el
oficio del padre, y hubo de esta suerte varias familias de escultores.
Los más antiguos utilizaban los metales, sobre todo el bronce.
Hacían por separado todas las piezas de la estatua, las juntaban
y las
sujetaban con clavos. Escultores de Samos inventaron un procedimiento
nuevo. Hacían con barro el modelo de la estatua, luego con
el modelo
sacaban un molde hueco, fundían bronce y fundido lo derramaban
dentro del molde. Esta invención se atribuye a Rhoeos, autor
de una estatua
de La Noche, y a sus dos hijos Theodoros y Teleedes, que habían
hecho para la ciudad de Samos una estatua de Apolo.
Luego un escultor de ChÍos, Glaucos, inventó el arte
de soldar los metales en vez de clavados. Otros escultores de Chíos
se dedicaron a
hacer estatuas de mármol. Cuatro generaciones de estos artistas
se sucedieron en la isla.
Hubo también en Creta escultores famosos cuyas estatuas se
apreciaban mucho en todo el Peloponeso.
Dos de estos escultores de Creta, Dipoinos y Scylis, fueron a establecerse
en Grecia, en Sicione, donde fundaron escuela, y Sicione
llegó a ser, en el siglo VI, célebre por sus esculturas
en metal. El más famoso, Canacos, había hecho una estatua
de Afrodita sinduda, de oro y bronce, y dos estatuas de Apolo enteramente
iguales.
Por el mismo tiempo, hubo escultores en casi todas las grandes ciudades
del Peloponeso. En Esparta fueron extranjeros venidos de
Creta y de Asia; también, los hubo en Olimpia, en Argos, en
Corinto y de Egina.
|