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Bach y el luteranismo

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En el palacio de cardenal Melchor de Polignac, ante un decorado barroco en el que compiten el oro, el azul y la púrpura, todos los Grandes de Roma asistieron a la representación de la Contesa De' Numi*. Así, la ópera, que a través de toda Europa apasionaba a las Cortes y al público en general,- sigue estando en auge.

Sin embargo, la música en el siglo XVIII buscó otras formas de expresión, logrando en distintos géneros alcanzar los mayores éxitos. La música religiosa protestante encontró en Alemania su patria de elección. Su mayor maestro, Juan Sebastián Bach, nacido en Turingia en 1685, pertenecía a una familia de músicos excelentes, que llenó todo el período de 1550 a 1750.

Organista en Arnstadt, y después en la capilla ducal de Weimar; cantor en la iglesia de Santo Tomás en Leipzig, tuvo con frecuencia dificultades con las autoridades civiles y eclesiásticas, comunales y principescas.

Su retrato * revela franqueza y firmeza, aquella perfecta integridad, tanto en el arte como en la vida, que le hizo resistir a los poderes que amenazaban el libre desarrollo de su genio. Fue considerado en su tiempo más como un perfecto organista que como un gran compositor, a pesar de haber dejado más de sesenta enormes volúmenes de obras religiosas y profanas.

En las religiosas empleó todas las formas entonces existentes: la coral armonizada para coro, la coral para órgano, el motete, la cantata, de la que varió el material vocal e instrumental; el oratorio, la "Pasión", oratorio consagrado a la muerte de Cristo, y la "Misa", que, conforme al esquema de la misa latina, permite traducir las verdades de orden universal. En otras partes Bach interpreta la vida secular, política y social en los Estados, así como la familiar, con una perfección extraordinaria. Investigando las fuentes de la Reforma y el proceso del luteranismo, armonizando perfectamente el genio