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Democracia Primitiva

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Los primeros soberanos de Sumer, por muchos y grandes que hayan podido ser la lista de sus éxitos como conquistadores, no eran, sin embargo, unos tiranos completamente libres de sus actos, unos monarcas absolutos. Cuando se trataba de los grandes intereses del Estado, especialmente en cuestiones de guerra y de paz, consultaban con sus más notables conciudadanos, reunidos en asambleas. El hecho de recurrir a esta clase de instituciones democráticas, desde el tercer milenio a. C. constituye una nueva aportación de Sumer a la civilización.


Esto sorprenderá, sin duda, a muchos de nuestros contemporáneos, persuadidos de que la democracia es un invento de Occidente, e incluso un invento de fecha reciente, pero, no debe olvidarse que el progreso del hombre, social y espiritual, ha sido un proceso lento, tortuoso y difícil de seguir en su encaminamiento; el árbol en pleno vigor puede encontrarse separado de la semilla original por miles y miles de kilómetros o, como en este caso, por miles y millones de años. Lo que, no obstante, no deja de asombrar es que la cuna de la democracia haya podido ser precisamente ese Próximo Oriente que, a primera vista, tan extraño parece ser a semejante régimen.


El hallazgo del que se trata, solo vino a revelar su verdadera importancia hasta que transcurrieron varios años de investigaciones y de exámenes, cuyo texto es de valor fundamental en lo referente a la historia política de Sumer. Y esta revelación la hizo, en 1943, Thorkild Jacobsen. El documento es un poema escrito en once tabletas y fragmentos, cuyo tema es el acta de una asamblea política. Los hallazgos de los arqueólogos y su trabajo de años, permite afirmar como realidad, que el primer Parlamento de que se tiene noticia hasta la fecha, se reunió hacia el año 3.000 a.C.


El parlamento se componía, curiosamente, igual que nuestros mo-dernos Parlamentos, de una Asamblea de los Ancianos (Senado), y una Cámara Baja, constituida por todos los ciudadanos en estado de llevar armas. El lector puede pensar que se habla de Atenas o de la época de la Roma republicana. Pero, lo cierto es que nos encontramos en el Próximo Oriente, a dos buenos milenios antes del nacimiento de la democracia griega.
Pero, ya desde esta época, Sumer, pueblo creador, podía jactarse de poseer numerosas ciudades grandes, agrupadas alrededor de grandiosos edificios públicos, de renombre universal.

Sus mercaderes habían establecido activas relaciones comerciales por tierra y por mar con los países vecinos; sus pensadores más sólidos ya habían sistematizado un conjunto de ideas religiosas, que se aceptaba no solo en Sumer, sino en la mayor parte de Próximo Oriente Antiguo. Y por encima de su estado social, los sumerios habían elaborado, paso a paso, un sistema de escritura, utilizando tabletas de arcilla, aplicando sobre ellas un estilete de caña, la escritura cuneiforme, lo que permitió al hombre, por primera vez, archivar los anales de todos los actos y pensamientos, de sus esperanzas y deseos, de sus razonamientos y creencias de su sociedad.
Sumer, el pueblo que estuvo olvidado más de cuatro mil años.