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Juegos y deportes

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Los juegos modernos, destacan, como una nota peculiar de la vida actual, pero también ocuparon parte importante en la vida de los primitivos. Estas actividades representan algo innato en el hombre primitivo, algo que le era necesario como un medio de evadirse de las preocupaciones de la vida cotidiana, y que muchas veces tomaba para él un sentido mágico y religioso, estableciéndose una gradación insensible entre la diversión y el rito.


El número de juegos y diversiones que la Etnología conoce, es realmente crecidísimo. Los juegos, nacidos, como todo elemento cultural, en algún lugar determinado, se han divulgado hasta comarcas lejanas de su foco de origen y se han conservado a través de milenios. Sin duda, la Prehistoria no puede señalar todavía el momento en que se inventaron la mayoría de nuestros juegos, aunque es de suponer que los más sencillos se dieron ya hace cientos de miles de años en el Paleolítico, incluso el inferior; otros nacerían en aquella fase, de gran progreso en todos los aspectos de la mente humana, que representa el Paleolítico superior; pero la mayoría debe ser producto del Neolítico, que agrupó a las familias en pequeños grupos urbanos y con este hecho empieza nuestra civilización.

Algo es evidente: todos los juegos y deportes actuales tienen una raíz antigua y deben considerarse como una herencia del primitivismo.
Los deportes modernos más apasionantes han sido los que tienen como base una pelota, pues bien, dichos juegos son tan primitivos como los restantes, y ofrecen una enorme variedad. Las pelotas se fabrican con toda clase de materiales: pieles, madera, hojas de maíz e incluso de caucho en las regiones de Sudamérica en que esta sustancia era conocida. A veces, estos juegos de pelota son sencillos, como entre los euahiayis de Australia, que, provistos de una pelota de piel de canguro, contienden dos equipos para ver cuál puede atraparla, al ser lanzada al aire, y retenerla más tiempo en su poder. Si nos preguntamos por los antecedentes primitivos de unos juegos, tan difundidos hoy, como el tenis, golf, polo, hockey y el fútbol, nos encontramos con curiosas sorpresas. Es indudable que estos juegos, en forma menos reglamentada que en la actualidad y con carácter popular, plebeyo, se dieron en la Europa moderna. Y así, se cita la soule, de la Bretaña; el juego del calcio, de los florentinos, y el hook, de los ingleses, lo que permite a los aficionados de estos países defender la teoría de que estos deportes han nacido en su país respectivo.

Tampoco es difícil seguir la pista de estos juegos hasta la Edad Media; pero en la Antigüedad, los datos son mucho más escasos, aunque es evidente que el juego de pelota tuvo siempre un carácter popular, habiendo quedado como entretenimiento rústico, mientras los nobles han practicado la caza y los torneos. Sin embargo, podemos asegurar que en la antigüedad clásica se jugaba a la pelota. Hay alguna cerámica griega en que unos jóvenes juegan a la pelota, lanzándola uno de ellos y que debía atrapar uno de los contendientes. Aunque los griegos no hablan de un juego semejante, en la muralla construida por Temístocles, en Atenas, hay un relieve que representa el inicio de un juego de hockey: dos muchachos con sus palos cruzados (el stick actual) van a disputarse la pelota. Y en un vaso romano, encontrado en Inglaterra, contiene la noticia de un deporte parecido practicado por los reyes celtas de Irlanda. Los indios de Canadá y del norte de los actuales Estados Unidos jugaban el llamado lacrosse, una especie de mezcla de tenis y hockey, utilizando unos palos curvados en forma de raqueta.

En América del Sur hay otros deportes similares; en las comarcas centrales se practica un hockey de mucha similitud con el actual o la versión que jugaban en Chile los indios araucanos al que llamaba chueca, utilizando una pelota y un palo con la punta curva para golpearla.
Todo lo expuesto basta para convencer al lector, en este aspecto, cuán cerca estamos del primitivismo y si la mayoría de los juegos y deportes no han conservado el sentido sagrado o mágico que el primitivo ponía en todas sus acciones, nada han perdido del poder de diversión y de apasionamiento que, desde las primeras etapas de la cultura, ha puesto en el hombre en ellos.