Otros textos
|
|
Los elementos, es claro, han existido desde siempre, pero el hombre
los ha reconocido como tales solo en los últimos 300 años;
no se les había examinado por lo que eran, debido a que rara
vez aparecen en la naturaleza, excepto combinados entre sí,
formando compuestos químicos que en modo alguno delatan físicamente
sus procedencias. Incluso cuando los conocieron en los tiempos primitivos,
solo les interesaron para lo que servían.
Los hombres primitivos trabajaron con el oro, el estaño, el
cobre y el hierro; también, conocían el carbono, pero,
en forma de negro de humo; más tarde encontraron la plata y
el plomo.
La experiencia les enseñó que el cobre y el oro eran
maleables, y que el cobre y el estaño al mezclarse, producían
una aleación de gran tenacidad, el bronce; además, aprendieron
que se podía dar forma al hierro, martillándolo repetidamente
en caliente y endurecerlo, formando acero en bruto, cuando se le añadía
el carbono de un fuego de carbón vegetal. Pero a pesar de ir
adquiriendo tan gran cantidad de conocimientos prácticos, el
hombre no se interesó por la naturaleza fundamental de los
elementos.
Los griegos y los romanos tampoco hicieron gran cosa en ese sentido.
El Partenón, monumento permanente a la gloria griega, fue construido
con las rentas de las minas de plomo de Laurión; algunos de
los grandes acueductos romanos de España fueron construidos
para facilitar la explo-tación de valiosos depósitos
de estaño.
Para el tiempo en que las legiones de César alcanzaron su máxima
extensión, se habían producido nueve elementos en forma
bastante pura, sin que se hubiese aún investigado su principio
común. Lo que hizo que se retrasara tal investigación
fue la ordenada teoría de Aristóteles, de que en el
universo había solamente cuatro elementos: tierra, aire, agua
y fuego. En los siglos siguientes los alquimistas se aferraron a la
teoría de Aristóteles, si bien añadieron distintos
elementos: arsénico, antimonio, bismuto, fósforo y cinc.
Un profesor de ciencia autodidacta, el anglo-irlandés Robert
Boyle, estaba destinado a establecer el principio fundamental de los
elementos, lo cual hizo en su libro, The Sceptical Chymist,(El químico
escéptico), publicado en 1661. Boyle fue escritor, químico,
físico, teólogo, estudiante de las lenguas sagradas
de Oriente, y como curiosidad debe agregarse que fue quien financió
la edición de Principios matemáticos de la Filosofía
Natural, obra que Isaac Newton escribió en colaboración
con el filósofo Whitehead. Pero, sobre todo, Boyle fue practicante
del llamado espíritu científico, cuya antítesis
llevó a la Iglesia a prohibir a Galileo que sostuviera la idea
copernicana de que la tierra se movía alrededor del sol. Según
se dice, al final del juicio, Galileo pronunció su famoso "E
pur si muove"
Antes que Boyle, otro británico - Francis Bacon predicaba que
el científico debía recoger y comparar tantos ejemplos
como le fuera posible y, solo entonces inducir el conocimiento; por
su parte, el francés René Decartes, proponía
una teoría y, entonces, experimentar para probarla o refutarla;
esto era la deducción.
En el siglo XVII, Robert Boyle aplicó el método de Bacon
en experimentos a los que la ciencia debe su primer conocimiento sistemático
de mu-chos elementos y compuestos. Y fue el primero en aislar el fósforo
blanco.
Un día 1669, el alquimista alemán Hennig Brand, experimentaba
con una retorta con líquido, la puso al horno, evaporándolo,
para ver que quedaba. Obtuvo una sustancia blanca, pastosa. Al anochecer
la pasta comenzó a resplandecer y cuando Brand sacó
un fragmento del residuo, éste se inflamó. Guardó
su secreto celosamente, pero se lo vendió a un tal Kraft, quién
quiso negociar con Carlos II, rey de Inglaterra. Pero, por ahí
andaba Boyle, que se interesó en esa sustancia que se inflamaba;
hizo muchos experimentos y solo pudo averiguar que el origen de la
sustancia era "algo que pertenecía al cuerpo del hombre".
Boyle, siguió en su tarea experimental hasta que llegó
a resolver el misterio: encontró que la materia prima utilizada
era la orina, y obtuvo fósforo blanco usando su propia orina.
|