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Los caracteres que distinguen al hombre de los primates, lo constituyen:
- La marcha sobre la planta de los pies, sin ayuda de los brazos
e ir completamente erguido,
- la formación de su dentadura- reducción de los colmillos
y muelas con varias raíces,
- las mamas situadas bajo los hombros, lo que constituye un carácter
sexual secundario,
- el aumento del peso del cerebro sobre 500 centímetros cúbicos,
y
- la aparición del glóbulo frontal.
En 1978, Mary Leaky, en Tanzania, descubrió huellas demostrativas
de que los homínidos ya caminaban erguidos hace 3,5 millones
de años. (Esta investigadora murió a los 83 años,
en 1996).
En 1891, en Java, se produjo el primer hallazgo del Pithecantropus
erectus (En griego- Pithe=mono y Antropus=hombre), denominación
utilizada para referirse a los tipos primitivos de hombres ya extinguidos.
La palabra latina homus se emplea para designar los tipos desarrollados
desde las épocas glaciales hasta la actualidad: Homo Neandertalensis
y Homo Aurignacencis, que son los precursores de los hombres a los
que Linneo denominó Homo Sapiens.
El Hombre de Java, todavía, no andaba completamente erguido,
según se desprende del estudio de su hueso fémur, no
tan arqueado como el mono trepador, pero más que el fémur
del hombre actual.
En el descubrimiento del Hombre de Pekín, intervinieron dos
factores, la fábula y el azar. Los chinos vendían a
los extranjeros toda suerte de dientes, pretendiendo que eran dientes
de dragón - esta es la fábula - y el azar se presentó
cuando uno de estos dientes fue a dar a manos de un científico
sueco, quien, al estudiarlo, lo reconoció como perteneciente
a un mamífero extinguido.
Se pesquisó el origen de ese diente y se estableció
que provenía de una cueva de Pekín. Al hacer investigaciones
más a fondo en esa cueva se encontraron dos bóvedas
craneanas muy semejantes a las del Hombre-mono de Java. Luego se descubrió
un verdadero depósito de cráneos, más o menos
completos, y al estudiarlos se comprobó que eran algunos miles
de años más antiguos que el de Java. Este es el Sinanthropus
pekinensis, el Hombre de Pekín.
En posteriores excavaciones, los ávidos científicos
reunieron una gran cantidad de huesos de adultos, de jóvenes
y de niños, seres que habían vivido hacía 1.000.000
de años. El lugar, sin duda, era un sitio de enterramiento.
Y este hecho demostró que estos seres primitivos ¡enterraban
sus cadáveres!
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