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La inteligencia

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La Naturaleza no deja jamás de sorprender a los hombres, sean estos trabajadores intelectuales o manuales. Hay animales, a los que consideramos inferiores, que ejecutan actos inteligentes: por ejemplo, utilizan el plasma de su cuerpo para protegerse.
La ameba segrega cal por la superficie de su cuerpo y se convierte en un foramífero; pero, para alivianar el peso de tal caparazón, lo llena de orificios y por ellos inyecta rayos plásticos, convirtiéndose en un heliozoo.
El cuerpo de los insectos es una completa maravilla de construcción: la diminuta hormiga lo tiene cubierto con quitina, una sustancia dura y resistente que es una verdadera coraza. Hay insectos con unos ojos para ver de lejos y otros para ver de cerca; otros insectos, poseen una cánula para picar y chupar tan perfecta y eficaz como no existe otra igual en el instru-mental de un cirujano y, por último, los insectos, como los pájaros, vuelan.
Pero, la creación más importante del animal ha sido su cerebro. Desde los primates, el cerebro se desarrolló en una constante y creciente evolución hasta alcanzar el grado que le permitió al primate concebir y utilizar herramientas (probablemente, la primera herramienta fue la maza).A medida que mejoraba estas herramientas, curiosamente, se producía la atrofia de los órganos cuyas funciones reemplazaban, pero el primate en su propósito de perfeccionarlas o de crear nuevas, debía utilizar su cerebro cada vez más, obligándolo a desarrollarse.


Otros animales, aunque no muchos, también emplean procedimientos inteligentes.El quebrantahuesos, por ejemplo, se remonta por los aires con un hueso demasiado grande para tragárselo y, desde lo alto, lo deja caer sobre las rocas de la montaña para que se tro-ce en tamaños más factibles para ser ingeridos por él. El cangrejo introduce piedras en los bivalvos para que no puedan cerrar su concha, y comérselos.
Los monos de Abisinia, si sospechan que un leopardo se acerca, cauteloso y en silencio, echan a rodar piedras montaña abajo para hacerle huir y, por su parte, el orangután, usa una hoja como sombrilla y se abanica con ella para espantar las moscas.


Sin embargo, estos comportamientos esporádicos no se transforman en costumbre de toda la especie ni perfeccionan su técnica.
En cambio, los animales que viven en conglomerados sociales como las termitas, las hormigas y las abejas, sí desarrollan técnicas de grupo: el cultivo de hongos, la ordeña de pulgones de los rosales, encerrados en sus nidos, o el hacer fermentar granos. También merece citarse el comportamiento de los castores que construyen sus presas derribando árboles; los destrozan para utilizar su madera y construir sus diques, es decir, hacen casi lo mismo que los hombres: talan los árboles de las selvas, sin preocuparse de reponerlos.
Tampoco los habitantes de nuestro planeta toman en cuenta el proceso de fotosíntesis de las plantas verdes, gracias al cual se renueva la provisión de oxígeno del aire, sin el cual no existiría la vida en la Tierra.


Paradoja

Utilice su inteligencia , piense y resuelva esta paradoja.
"La siguiente sentencia es verdadera. La sentencia anterior es falsa"

Si se consideran estas frases por separado, son lógicas y aceptables; pero si lo hacemos en conjunto, constituyen una paradoja, porque una sentencia puede ser verdadera o falsa y, obviamente, no puede ser simultáneamente ambas.
Si aceptamos que la primera frase no es verdadera, hemos entrado en una contradicción, que nos dice que nuestra presunción es equivocada, es decir, la primera sentencia no es falsa, lo que implica que la segunda frase es verdadera. Pero, si la segunda frase es verdadera, la primera tiene que ser falsa.