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Es posible afirmar que miles y miles de personas que han visto la
película "Lo que queda del día"y que alabaron
con entusiasmo la interpretación de Anthony Hopkins de Stevens,
un mayordomo inglés, y que disfrutaron con el típico
ambiente británico que reinaba en la casa en que se realiza
la acción, pero ni por un momento pudieron imaginar que el
desarrollo del tema y la detallada reproducción de las actitudes
y del lenguaje de los personajes, correspondían a un libro
escrito por un japonés - aunque, en verdad-, ha desarrollado
casi toda su vida en Inglaterra .
Este escritor británico, nacido en Japón, se llama Kazuo
Ishiguro y, aunque mira al mundo desde una perspectiva europea, no
ha perdido ni un ápice de los ancestros del alma japonesa,
como se refleja en otra de sus hermosas novelas, "Un artista
en un mundo flotante". Es una extraña experiencia, porque
Ishiguro escribe en un depurado inglés, acucioso, sin apresuramientos
y sin hacer ruido con el lenguaje. Es extraño, porque hace
veinte años, muy pocos japoneses vivían en Gran Bretaña
y, desde luego, ver a un niño japonés caminando por
sus calles, era algo extraordinario, incluso, en medio de los grupos
de turistas de ese país.
Kazuo Ishiguro nació en Nagasaki el 8 de diciembre de 1954.
Iba a cumplir los seis años cuando su familia se trasladó
a vivir en Inglaterra. Kazuo, terminados sus estudios secundarios,
se inscribió en la Universidad de Kent para perfeccionar a
fondo el idioma inglés y estudiar Filosofía; ya graduado
se conectó con el mundo laboral en la ciudad de Glasgow, como
trabajador social. Kazuo es un estudioso empeñado en su progreso
intelectual, por eso, para doctorarse en escritura creativa, se inscribió
en la Universidad de East Anglia. Es de notar que Ishiguro, desde
sus inicios, alcanzó el éxito con sus tres primeras
producciones cortas y, en 1982, su novela Pálida luz en las
colinas obtuvo el premio Winifred Holtby y fue incluido en la lista
de los 20 mejores escritores jóvenes de Gran Bretaña.
Seis años más tarde publicó Un artista del mundo
flotante , que le ganó el premio Whitbread de Literatura y
en 1989 apareció The remains of a day, su novela más
afamada, que fue llevada al cine con el título Lo que queda
del día, película a la que nos hemos referido al comienzo
de esta crónica. En 1995 vio la luz su novela Los inconsolables,
que le ganó el Premio del Festival de Literatura de Chelteham
y, en el 2000, apareció Cuando fuimos huérfanos, nominada
a un Premio Whitbread y al Broker, en ficción.
El gobierno francés ha conferido a Kazuo Ishiguro la condición
Caballero de la Orden de las Artes y de las Letras.
The remains of days puede considerarse una comedia, pero es una tragedia
que tiene la forma de una comedia, que ambos géneros caben
en el texto; tiene aspectos graciosos y una mayor carga de ingenuidad;
la obra ganó para su autor el Premio del Libro de Londres.
En esta obra el tema sigue, paso a paso, el envejecimiento de un mayordomo
inglés, en el que se juntan unas acciones brillantes y de aplomo
en su servicio. Ishiguro, con virtuosismo, nos narra la historia en
la que se adivina la versión crítica del alma japonesa
y, sin duda, no pudo escoger un personaje más adecuado para
transmigrarlas que Stevens, el mayordomo, en el que concurren la lealtad,
devoción, conveniencia, y orgullo en su profesión, pues
ha decidido que la cualidad más importante para ser un gran
mayordomo- tal fue como fue su padre, y su aspiración por igualarlo
-es la dignidad.
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