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Es probable que nos parezca que conocemos muchas cosas, especialmente
las que percibimos por nuestros sentidos; pero lo que percibimos,
en verdad, no es una realidad constante. Todos sabemos que el sol
calienta, pero es posible que no nos demos cuenta que calienta des-igualmente
las diferentes regiones de la Tierra, y esta desigualdad es la que
produce los vientos que barren el globo; este mismo calor solar desprende
humedad de los océanos y que esta humedad del mar, cae después
sobre la tierra en forma de lluvia o nieve.
Las rocas se desmoronan debido a los efectos de los cambios atmosféricos.
Sus fragmentos, en forma de arena, fango y caliza, son recogidos por
los ríos que los portean desde las tierras altas a las bajas
y después hasta el mar.
Los ríos, los vientos y el hielo, trabajando a través
de las edades, corroen la su-perficie de los continentes, nivelan
gradualmente, las montañas y forman, por último, llanuras.
Unas veces, estos cambios destruyen los hogares de los seres vivos,
pero otras crean nuevos fundamentos para la vida, la Tierra, al ser
modelada, adquiere formas maravillosas y siempre cambiantes.
Contemplada desde el espacio, la Tierra se parecería a un mundo
inundado, pues casi las tres cuartas partes de su superficie están
cubiertas por el agua de los océanos. Los continentes semejarían
a islas, con superficie casi tan aplanada como el mar. Las montañas
aparecerían como manchas de barro en una pelota. Los valles
podrían ser como rasguños. En un planeta de más
de 12 000 kilómetros de diámetro, los picos más
elevados sólo se levantarían unos 18 kilómetros
sobre las profundidades del océano.
Pequeñas como son en comparación de la Tierra en su
conjunto, estas manchas, rasguños y honduras son importantes,
pues marcan los límites dentro de los cuales puede haber vida.
Los peces y otros animales recorren las profundidades del océano;
pero en la Tierra el espacio susceptible de vida coincide con la superficie
de la misma.
El agua se evapora de los océanos y las grandes corrientes
de viento llevan la humedad a los continentes. Cuando llueve, el agua
se filtra por el suelo, de donde las plantas la toman. Alguna cantidad
del agua evaporada vuelve de nuevo al aire mientras que otra parte
se incorpora a los ríos. La gravedad, la fuerza que da forma
a la Tierra, hace que los ríos corran desde las tierras altas
a las bajas y desde estas últimas al mar.
Las montañas son formadoras de nubes. Los vientos, cuando se
ven obligados a subir por las pendientes de las mismas, se enfrían,
cosa que determina el que la humedad del aire se condense y caiga
en forma de lluvia o nieve. Puede que dichos vientos pasen sobre una
cadena de montañas, en cuyo caso, si son demasiado secos, pueden
convertir en desierto la tierra por la que pasan.
El aire y el agua, al erosionar el vértice o cresta de la roca,
desprenden trozos de la misma que, al caer sobre sus pendientes, las
cubren de guijarros. La parte superior de la montaña eleva
su casco de roca hacia el cielo. Dicha roca es la materia de que está
formada la corteza de la Tierra.
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