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MAHOMA es SU PROFETA           

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Islam, en árabe, significa resignación (a la voluntad de Dios); por eso, los discípulos del profeta Mahoma, se llaman muslimes; esto significa resignados, y son los que conocemos con el nombre de musulmanes.

Todos los años, los peregrinos vienen a la Meca, visitan la Kaaba, besan una piedra negra, dan 7 vueltas al monumento, van a beber agua al pozo de Zemzem y, finalmente, corren 7 veces, de una colina a la otra, ya que son dos colinas las que circundan la ciudad.

Al día siguiente van al monte sagrado de Arafat y, a la puesta del sol, vuelven a la Meca pasando por el valle de Mina, en cuyo camino hay tres pilares de piedra sin labrar; ahí lanzan 7 piedras a cada uno de los pilares, hecho lo cual regresan a la Kaaba.

Esta ceremonia religiosa nació en tiempos ya muy lejanos y la historia la cuenta así:

El patriarca Abraham, progenitor de judíos y árabes, tuvo un hijo con su esclava Agar, al que llamó Ismael; pero, para complacer a su esposa Sara, echó a Agar de su casa. Madre e hijo se perdieron en el desierto, llegando al lugar que ocuparía la Kaaba. Agar, corrió de una a otra colina en busca de ayuda, pero no encontró a nadie; el pequeño Ismael, tendido en el suelo, se moría de sed.

Y ocurrió el milagro: ¡brotó agua de la tierra!

Era el Pozo de Zemzem. Una tribu, atraída por el milagro, se esta-bleció en el lugar y fundó en sitio tan desolado una pequeña ciudad, a la que llamaron la Meca.

Agar e Ismael edificaron la Kaaba y en ella engastaron una piedra negra, luego, dieron siete vueltas en torno al monumento.

Entonces, el ángel Gabriel los condujo al Valle de Mina, dónde se les apareció el diablo: ¡Tiradle piedras! ¡Tiradle piedras!- aconsejó el ángel. Así lo hizo Agar, lanzándole siete y el diablo desapareció; por dos veces volvió el diablo y, cada vez, Agar, le lanzó siete piedras.

Es la leyenda de cómo se fundó la Meca y la Kaaba. En la ciudad de La Meca, antes de finalizar el siglo VI, nació Mahoma. Al morir su padre, Mahoma, era un niño cuya única herencia consistía en cinco camellos, unos cuantos corderos y una esclava.

Al morir su madre, lo recogió su abuelo y, más tarde, debió vivir con un tío. Mahoma se hizo pastor de cabras y carneros, oficio que era menospreciado.

Tenía 24 años cuando entró a servir a Kadisha, una viuda rica, de 40 años. Kadisha quiso casarse con él, aunque el padre se oponía a que lo hiciera con un hombre tan pobre. Kadisha, mujer muy decidida, preparó una gran fiesta y dio de beber a su padre hasta emborracharlo; en ése momento, el tío de Mahoma hizo la demanda de matrimonio y el padre, borracho como estaba, dio su consentimiento.

Mahoma y Kadisha vivieron 20 años de casados, mostrándose el futuro profeta como un buen administrador de la fortuna de su mujer. Sin embargo, padecía a menudo de agudas crisis nerviosas.

Una vez al año, Mahoma iba a la cima de la montaña a ayunar, meditar y orar. En una de esas ocasiones, se le apareció un ángel, ordenándole predicar, algo que Mahoma no sabía hacer. Confesó a Kadisha lo de sus visiones y pensó que estaba loco. Árabes y judíos, creían que un loco tenía el diablo metido en el cuerpo. Y cuando oyó al ángel que le repetía Ikra, - predica-, ya no dudó más y se consideró el profeta encargado por Dios para anunciar la verdad.

Y resumió su doctrina en una sola frase:

"Solo hay un Dios, Aláh, y Mahoma es su profeta".

Primero convirtió a su religión a su familia y a unos pocos amigos. Pero en la Meca la mayoría de sus habitantes se burlaron de él y de su nueva religión. Después de predicar durante diez años y no tener más de ochenta discípulos, aparte de sentirse perseguido, Mahoma decidió irse a Yatreb, más tarde llamada Medina, es decir, la ciudad.

Este hecho que se conoce como la hégira -la huida -, da nacimiento a la Era Árabe.

Transcurría el año 622 d.C.

Mahoma tuvo seis mujeres mientras vivió en Medina. Mandó a construir una pequeña mezquita para orar y predicar. Un esclavo, cinco veces al día, subía a una torre llamada minarete y anunciaba a los habitantes la hora de rezar. A este pregonero lo llamaban muezín.

Mahoma convirtió a muchos judíos y él mismo adoptó algunas cos-tumbres de los israelitas; por aquél entonces, los árabes se postraban en dirección a Jerusalén para orar, pero cuando los judíos se negaron a considerarlo como Mesías, se indispuso con ellos y desde entonces los árabes se orientan hacia la Meca para orar.

Tampoco le fue fácil convencer a los árabes.

Durante siete años, Mahoma, hizo la guerra a sus compatriotas de la Meca y, luego de varias vicisitudes, se adueñó de la ciudad y aumentó enormemente el número de sus seguidores, siendo reconocido como su profeta y jefe; pero había envejecido prematuramente y se encontraba agotado con sus campañas.

Mahoma, murió en el año 632.

Pero, sembró una semilla y dejó a sus seguidores una tarea por cumplir: que todos los pueblos se convirtieran al islamismo, haciéndoles la guerra si era necesario.

Abu-Beker, su suegro y amigo, continuó la guerra santa, tomando el título de califa, palabra que significa lugarteniente. Emprendió la conquista del imperio griego y de Persia, las dos monarquías más importantes. El avance fue muy rápido: los camellos fueron una ayuda impagable, porque estos animales, en pleno desierto, podían soportar varios días sin beber.

A Abu-Beker le bastó una sola campaña para cada conquista.

Cayó Siria en el 634, Persia, lo que había sido Caldea, en el 636, Egipto en el 639 y en el 642, una campaña, para todo el resto de Persia. No habían transcurrido diez años, desde el comienzo de las guerras de conquistas.

Mientras tanto, el ejército de Siria proclamó califa a Moaviah, jefe de la familia de los Omníadas y se estableció en Damasco.

Reanudó las conquistas, empezando por África del norte, Túnez; también sometió a las tribus montañeses beréberes y las convirtió al islamismo, Fue con las tribus beréberes que inició la conquista de España en el año 711. Prosiguió su marcha hacia el norte, penetró en la Galia, saqueando la Borgoña y conquistando tierras hasta los Vosgos (725) y la Aquitania hasta el Loire. Era un imperio casi tan grande como el romano, que se extendía desde el Indo hasta el Atlántico, comprendiendo a Irán, Persia, la zona Tigris-Eufrates, el norte de África y España.

Otro califa, también producto de la sublevación, de la familia Abu-sidas, en el 750, hizo degollar a todos los Omníadas y se instaló en Bagdad. Escapó un solo joven Omníada, que instauró el califato de Córdoba, para gobernar toda España. Por último, un pretendido descendiente de Fátima, hija de Mahoma, fundó la dinastía de los Fatimitas, que se estableció en una nueva ciudad, El Cairo.

Carlos Martel, en el año 732, detuvo la expansión árabe hacia el norte de Europa, derrotándolos en los campos de Poiters, al sur de Francia.

Sin embargo, durante muchos años los árabes siguieron conquistando y saqueando ciudades europeas.