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GUILLERMO MARCONI 1874-1937

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Expansión universal de la Telegrafía sin Hilos.
Su carrera fue la de un inventor afortunado, de mentalidad clara y visionaria y, además, poseía el espíritu de los nego-cios, preciso para inspirar confianza y procurarse los medios financieros indispensables.
Guglielmo Marconi nació en Bolonia, el 25 de abril de 1874, de padre italiano y madre irlandesa. Desde muy joven, manifestó una viva afición por "las manipulaciones de física", y en el desván de la casa paterna, organizó un pequeño laboratorio, con pilas, timbres, manipulador Morse, bobina de Ruhmkorff y otros aparatos de moda., pero bastante caros, por lo que su madre le hacía empréstitos secretos, porque Marconi padre veía con malos ojos aquel baratillo.


Probablemente, mientras estudiaba en Liorna, tuvo relación con el profesor Righi, que repetía entonces las primeras experiencias sobre las ondas electromagnéticas: la rana de Galvani y de Biot, sometiéndola a descargas electroestáticas o con el tubo de limaduras de Branly que, con esas descargas, se hacían bruscamente conductoras; y sobre todo, las observaciones características de Hertz sobre la polari-zación, la reflexión y la refracción de las ondas eléctricas, análogas a las ondas luminosas.


Todas estas "acciones a distancia" son perceptibles hasta a veinte metros de las fuentes, pero en aquella época, nadie podía imaginar que pudieran ir mucho más lejos; aunque ya Popov des-cubría, con su cohesor enchufado a un pararrayos, tempestades a varios kilómetros de distancia. Ello era debido a que las descargas atmosféricas ponían en juego potencias desproporcionadas en rela-ción con las de los excitadores de laboratorio. No obstante, la idea de "telegrafiar sin hilos" a dis-tancias comercialmente interesantes, había cruzado por algunos cerebros, aunque no llegó a mani-festarse en realización alguna. Pero éste fue precisamente el punto de partida original de Marconi. Provisto del aparato de Hertz, la antena de Popov y el cohesor de Branly, logró realizar en Bolonia una transmisión de telegrafía sin hilos a algunos centenares de metros. Era 1896 cuando patentó su invento, pero no encontró apoyo oficial en Italia y como la primera virtud de un inventor es no desanimarse, desde luego, Marconi la poseía, además, contaba con su madre que tenía relaciones con Inglaterra. Emprendió el viaje y renovó sus gestiones con Sir Willian Preece, ingeniero jefe de telégrafos, que precisamente se encontraba ensayando una "telegrafía por el suelo", hombre admirable por su gran inteligencia y la amplitud de visión: lejos de tratar a este extranjero como a un competidor eventual, se apresuró a facilitarle la demostración. En el mismo Londres, se realizó una comunicación a noventa metros; después, en la llanura de Salisbury, a cuatro kilómetros. El empleo de la antena de Popov, inmediatamente después, le permitió hacerlo a través del canal de Bristol, 14 kilómetros. Esta distancia era suficiente para numerosas aplicaciones y los ingleses le concedieron al joven inventor - tenía 22 años - una subvención de 15. 000 francos y fundaron para sostenerlo, la "Wireless Telegraph and Signal Company"; los italianos, informados de este éxito, lo llamaron para efectuar otros ensayos en el golfo de La Spezia.


Y comienzan los hitos de la Telegrafía Sin Hilos: en 1898 comunicaciones efectivas a través de la Cal-zada de los Gigantes, en Irlanda - con ocasión de las regatas de Dublín, primer "radio-reportaje" en el yate real del príncipe de Gales, y meses mas tarde, la llamada de socorro y del primer salvamento, cuando este barco fue víc-tima de una colisión. Después de otras exitosas pruebas, sin esperar más, Marconi decide comunicarse a través del Atlántico. Son necesarios "grandes elementos". Lleva a Poldhu, Cornwall, una estación emisora, cuya potencia se eleva desde 200 vatios hasta una veintena de kilovatios (los condensadores se cargan por un alter-nador); la antena consiste en un "plano" de 50 hilos, soportado por dos torretas de 49 metros de altura, separadas por 61 metros. Se embarca él mismo para ir a ensayarla y comprobar la recepción en Terranova: el emplazamiento escogido es la colina de Signal-Hill, cerca de Saint-John. Para alcanzar económica-mente una gran altura, la antena está sostenida por una cometa; la recepción se hace en un teléfono montado en serie con el detector.


Desde el primer día (12 diciembre 1901), las señales de Poldhu-tres puntos, la letra "S" del alfabeto Morse - se oyen débilmente, pero el alcance de 3540 kilómetros ha sido cubierto y la fortuna sonríe al audaz. Se fundó rápidamente la "Marconi Wireless Co.", se reforzó la estación de Poldhu, se construyó la estación de Glace-Bay en Nueva Escocia, y así comenzó el servicio comercial trasatlántico.
En 1909, el salvamento del paquebote Republic y, en 1912, el más célebre aún del Titanic (865 per-sonas supervivientes), confirmaron el inmenso servicio prestado por la Telegrafía Sin Hilos a la seguridad de las vidas humanas en el mar. Es imposible citar todo lo que ha permitido hacer desde entonces y la navegación aérea no existiría si el aviador no pudiera estar constantemente en contacto con sus bases, para conocer el tiempo, guiarse a través de la niebla y pedir socorro en caso de aterrizaje forzoso.


Mientras proseguía interesándose por la técnica propiamente dicha - sobre todo en las ondas cortas y, desde 1922, por la posibilidad de "detectar electromagnéticamente" los obstáculos -Mar-coni había llegado a convertirse en un personaje importante: presidente de poderosas compañías, senador, hombre político, presidente de la Academia de Ciencias italiana, premio Nobel 1909 y titular de numerosas medallas y recompensas de todos los países. Sin embargo, también le tocó sufrir duras pruebas: en 1911, en un accidente de automóvil perdió un ojo, haciéndole temer, durante algún tiempo, la ceguera completa, a la que se resignó valerosamente.
Se casó dos veces, la primera en 1905 y la segunda veinte años después, en 1925.
Marconi falleció a causa de una crisis cardiaca, el 20 de julio de 1937.