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Expansión universal de la Telegrafía sin Hilos.
Su carrera fue la de un inventor afortunado, de mentalidad clara y
visionaria y, además, poseía el espíritu de los
nego-cios, preciso para inspirar confianza y procurarse los medios
financieros indispensables.
Guglielmo Marconi nació en Bolonia, el 25 de abril de 1874,
de padre italiano y madre irlandesa. Desde muy joven, manifestó
una viva afición por "las manipulaciones de física",
y en el desván de la casa paterna, organizó un pequeño
laboratorio, con pilas, timbres, manipulador Morse, bobina de Ruhmkorff
y otros aparatos de moda., pero bastante caros, por lo que su madre
le hacía empréstitos secretos, porque Marconi padre
veía con malos ojos aquel baratillo.
Probablemente, mientras estudiaba en Liorna, tuvo relación
con el profesor Righi, que repetía entonces las primeras experiencias
sobre las ondas electromagnéticas: la rana de Galvani y de
Biot, sometiéndola a descargas electroestáticas o con
el tubo de limaduras de Branly que, con esas descargas, se hacían
bruscamente conductoras; y sobre todo, las observaciones características
de Hertz sobre la polari-zación, la reflexión y la refracción
de las ondas eléctricas, análogas a las ondas luminosas.
Todas estas "acciones a distancia" son perceptibles hasta
a veinte metros de las fuentes, pero en aquella época, nadie
podía imaginar que pudieran ir mucho más lejos; aunque
ya Popov des-cubría, con su cohesor enchufado a un pararrayos,
tempestades a varios kilómetros de distancia. Ello era debido
a que las descargas atmosféricas ponían en juego potencias
desproporcionadas en rela-ción con las de los excitadores de
laboratorio. No obstante, la idea de "telegrafiar sin hilos"
a dis-tancias comercialmente interesantes, había cruzado por
algunos cerebros, aunque no llegó a mani-festarse en realización
alguna. Pero éste fue precisamente el punto de partida original
de Marconi. Provisto del aparato de Hertz, la antena de Popov y el
cohesor de Branly, logró realizar en Bolonia una transmisión
de telegrafía sin hilos a algunos centenares de metros. Era
1896 cuando patentó su invento, pero no encontró apoyo
oficial en Italia y como la primera virtud de un inventor es no desanimarse,
desde luego, Marconi la poseía, además, contaba con
su madre que tenía relaciones con Inglaterra. Emprendió
el viaje y renovó sus gestiones con Sir Willian Preece, ingeniero
jefe de telégrafos, que precisamente se encontraba ensayando
una "telegrafía por el suelo", hombre admirable por
su gran inteligencia y la amplitud de visión: lejos de tratar
a este extranjero como a un competidor eventual, se apresuró
a facilitarle la demostración. En el mismo Londres, se realizó
una comunicación a noventa metros; después, en la llanura
de Salisbury, a cuatro kilómetros. El empleo de la antena de
Popov, inmediatamente después, le permitió hacerlo a
través del canal de Bristol, 14 kilómetros. Esta distancia
era suficiente para numerosas aplicaciones y los ingleses le concedieron
al joven inventor - tenía 22 años - una subvención
de 15. 000 francos y fundaron para sostenerlo, la "Wireless Telegraph
and Signal Company"; los italianos, informados de este éxito,
lo llamaron para efectuar otros ensayos en el golfo de La Spezia.
Y comienzan los hitos de la Telegrafía Sin Hilos: en 1898 comunicaciones
efectivas a través de la Cal-zada de los Gigantes, en Irlanda
- con ocasión de las regatas de Dublín, primer "radio-reportaje"
en el yate real del príncipe de Gales, y meses mas tarde, la
llamada de socorro y del primer salvamento, cuando este barco fue
víc-tima de una colisión. Después de otras exitosas
pruebas, sin esperar más, Marconi decide comunicarse a través
del Atlántico. Son necesarios "grandes elementos".
Lleva a Poldhu, Cornwall, una estación emisora, cuya potencia
se eleva desde 200 vatios hasta una veintena de kilovatios (los condensadores
se cargan por un alter-nador); la antena consiste en un "plano"
de 50 hilos, soportado por dos torretas de 49 metros de altura, separadas
por 61 metros. Se embarca él mismo para ir a ensayarla y comprobar
la recepción en Terranova: el emplazamiento escogido es la
colina de Signal-Hill, cerca de Saint-John. Para alcanzar económica-mente
una gran altura, la antena está sostenida por una cometa; la
recepción se hace en un teléfono montado en serie con
el detector.
Desde el primer día (12 diciembre 1901), las señales
de Poldhu-tres puntos, la letra "S" del alfabeto Morse -
se oyen débilmente, pero el alcance de 3540 kilómetros
ha sido cubierto y la fortuna sonríe al audaz. Se fundó
rápidamente la "Marconi Wireless Co.", se reforzó
la estación de Poldhu, se construyó la estación
de Glace-Bay en Nueva Escocia, y así comenzó el servicio
comercial trasatlántico.
En 1909, el salvamento del paquebote Republic y, en 1912, el más
célebre aún del Titanic (865 per-sonas supervivientes),
confirmaron el inmenso servicio prestado por la Telegrafía
Sin Hilos a la seguridad de las vidas humanas en el mar. Es imposible
citar todo lo que ha permitido hacer desde entonces y la navegación
aérea no existiría si el aviador no pudiera estar constantemente
en contacto con sus bases, para conocer el tiempo, guiarse a través
de la niebla y pedir socorro en caso de aterrizaje forzoso.
Mientras proseguía interesándose por la técnica
propiamente dicha - sobre todo en las ondas cortas y, desde 1922,
por la posibilidad de "detectar electromagnéticamente"
los obstáculos -Mar-coni había llegado a convertirse
en un personaje importante: presidente de poderosas compañías,
senador, hombre político, presidente de la Academia de Ciencias
italiana, premio Nobel 1909 y titular de numerosas medallas y recompensas
de todos los países. Sin embargo, también le tocó
sufrir duras pruebas: en 1911, en un accidente de automóvil
perdió un ojo, haciéndole temer, durante algún
tiempo, la ceguera completa, a la que se resignó valerosamente.
Se casó dos veces, la primera en 1905 y la segunda veinte años
después, en 1925.
Marconi falleció a causa de una crisis cardiaca, el 20 de julio
de 1937.
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