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Los huevos de los insectos son pequeños, puesto que provienen
de vientres pequeños; están empaquetados firmemente
ya que lo mismo que los granos de polen tienen que sortear peligros
muchos peligros- humedad, sequedad, calor o frío-, aunque no
les acechan ningún peligro de ser devorados, porque resulta
un bocado despreciable. Algunos biólogos los consideran como
la contrapartida animal del polen de las plantas.
A partir de los huevecillos se desarrollan grandes orugas por cebamiento,
algo que se comprende fácilmente, porque el insecto es un animal
acorazado que puede crecer muy poco, es decir, su crecimiento lo realizan
en forma de oruga, por lo que ésta se ha convertido en el símbolo
de la voracidad. Las orugas han esquilmado tierras enteras y han empobrecido
a pueblos, hasta el punto de hacerlos desaparecer del escenario de
la historia.
He aquí la explicación de por qué la oruga tiene
un monumento en Australia.
Una australiana vio durante un viaje por América del Sur que
se plantaban higueras chumbas (o cactus), para que jugaran el papel
de cercos. ¡Qué práctico!, pensó. Y como
la región de su país en que vivía era de tierra
pelada, se llevó un par de esquejes y se quedó entusiasmada
al ver lo de prisa que formaron un seto en su jardín. Los vecinos
al ver los resultados, les pidieron esquejes para plantarlos.
Un día creció cerca de la pared de la casa un cactus
que nadie había plantado. Al verano siguiente apareció
otro en medio del sembrado. Esto ya no gustó tanto.
Diez años más tarde, los cactus, eran una plaga del
país, y en el año 1925 había más de 100000
Km2 del suelo australiano cubiertos de cactus (higueras chumbas).
Los atacaron con arados de motor, compañías de soldados
los quemaron con lanzallamas, los aeroplanos arrojaron arsénico
sobre ellos.¡Todo inútil!. Los cactus son hidras. Por
cada cabeza que les cortan producen dos nuevas.
Entonces el gobierno envió científicos a otros países
y, en Argentina, los científicos encontraron un insecto, que
irritaba a los criadores de cactus, porque ponía los huevos
en las plantas y las orugas se las comían de dentro afuera.
Era el Cacto-blastis cactorum. Se introdujo en Australia y a los siete
años estaba limpia Queenslandia. El Estado de Boonarga, que
felizmente carecía de ningún general, de esos que hacen
guerras y tienen estatuas, pensaron que, agradecidos, ellos debían
levantar un monumento a la oruga que les había librado del
cerco de los cactus.
Las orugas están adaptadas a un alimento determinado. Si se
lleva a la hembra de la blanca de la col a una región en la
que no haya coles, vuela en su busca hasta que cae al suelo agotada
y muere sin poner huevos.
Las orugas de las polillas comen solamente piel o solamente lana,
y entre éstas se han especializado algunas en la lana de ovejas,
otras en el pelo de camello y unas terceras en las cerdas de rinoceronte,
y mueren si no los encuentran. No mastican con la boca, sino con el
estómago; se tragan el pelo como un tragasables la espada,
y disuelven las puntas con su jugo digestivo. El estómago de
una oruga del escarabajo de agua semeja una vidriera de una iglesia.
No es frecuente encontrar en el reino animal, tanto ingenio y tanta
brutalidad en acción como en la madre de los insectos cuando
sale a poner los huevos y a asegurar a sus crías el alimento
suficiente para su desarrollo ulterior.
El vicio de las moscas de poner sus huevos en la carne o en el queso,
en las heridas o en los cadáveres, no es más que un
tipo primitivo inofensivo comparado con la oruga.
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