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Las mutaciones

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La teoría creacionista decía que la Tierra había sido creada hacía unos pocos miles de años por el poder divino, pero en el siglo XIX ya había un grupo de naturalista que no la admitía y cuando, en 1831, Darwin hizo su famoso viaje por América en el   Beagle. Charles Darwin en recogió huesos de animales que se había extinguido en la Patagonia y Tierra del Fuego y recorrió las costas de Chile, Perú y Ecuador y, en las Islas Galápagos, realizó sus observaciones sobre los pinzones, que lo llevaron a formular su teoría de la evolución que solo después de muchos años de maduración, expuso en su obra conocida universalmente con el sobrio título de“El origen de las Especies”, cuyo título original era “Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural o De la supervivencia de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida”. Sin embargo, Darwin dejó pendiente la formulación de un mecanismo para explicar, coherentemente, cómo se transmitían los caracteres hereditarios, de generación en generación, por qué no se mezclaban estos caracteres y se mantenían fijos, desapareciendo y reapareciendo en la siguiente y cómo surgía la variabilidad necesaria para producir la evolución. Ahora sabemos que el parecido entre padres e hijos, se debe a la precisión con que se copia y se transmite el ADN de una célula a otra. También, hoy sabemos que las mutaciones pueden ser inducidas por virus o por   factores que se han llamados mutagénicos, entre los que considera una gran variedad de productos químicos, los rayos X o los ultravioletas, pero que las mutaciones, además, pueden provenir de factores desencadenantes desconocidos. Las investigaciones establecen que el total de mutaciones espontáneas es baja, a nivel individual y   que, cada individuo, lleva dos nuevas mutaciones en alguno de sus 100.000 genes; si a  esta cantidad de genes agregamos los muchos individuos de cada especie, podemos aclararnos que el número general de mutaciones sea alto y  constituya la base y la   gran fuerza del cambio evolutivo.

 Hay seis elementos que constituyen el 99% de los seres vivos y esos seis son: carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre. Estos elementos tienen una propiedad común cual es la necesidad de ganar electrones para completar sus niveles de energía más externos, condición que los lleva a formar enlaces covalentes. Si observamos el átomo de Carbono, por ejemplo, éste posee cuatro electrones en su capa externa, forman enlaces covalentes y puede compartirlos con otros cuatro átomos de carbono u otro distinto. Porque el Carbono posee esta gran versatilidad , es capaz de construir grandes moléculas, que son la base estructural de los seres vivos.

   Todo lo escrito confirma que los actuales seres vivos somos versiones de antepasados comunes y  reafirma  lo expresado por Darwin: el hombre desciende del mono, tanto más que las últimas investigaciones nos dicen que solo tenemos mínimas diferencias con la estructura del simpático chimpancé.                                                                                                                                            

 

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