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Robar para vivir  

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            Parece una incitación malévola, pero ocurre en la Naturaleza. Si los bacilos se juntan, forman los hilos bacterianos ú hongos filamentosos; muchos de ellos para vivir, se instalan en las raíces de las plantas. Pero sobre estos hongos filamentosos que chupan de las grandes raíces de los árboles, viven otras especies que, a su vez, se apropian de lo que éstos han robado. A éstos, se les considera parásitos.

               No obstante lo anterior, hay que saber que los hongos filamentosos protegen las raíces contra otros parásitos y, además, las abastecen de compuestos nitrogenados, especialmente si son hongos radicícolas y, por último, por estar dotados de sus finísimos hilos, tales hilos sirven a la planta como chupadores de agua.  El ser vivo es un ladrón por naturaleza: cada uno trata de apropiarse de lo que necesita para vivir, sin importarle su procedencia.

            El árbol clásico para iniciar la repoblación de las regiones secas es el pino. Se elige el pino porque este árbol produce una cantidad de raíces 25 veces mayor que las del abeto. Además, su raíz principal desarrolla hasta 300 raíces laterales de segundo orden y cada una de éstas, produce, a su vez, más de 200 raíces de tercer orden y así, sucesivamente, repitiéndose este proceso hasta 16 veces.

            Esto significa que el pino puede soportar largas sequías, porque posee esta enorme capacidad absorbente aunque sea mucha la profundidad que tenga que vencer para llegar hasta los depósitos de agua subterránea.