Los Pingüinos |
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Son pájaros, pero no
vuelan en el aire, pero sí puede decirse que vuelan bajo el agua y
que, además, son capaces de realizar toboganes la nieve o el hielo,
tendidas de frente e impulsándose con las patas. Los pingüinos, normalmente,
viven en el Hemisferio Sur, aunque hay unos grupos, pocos, que viven
en aguas menos frías, como los que habitan en las famosas islas Galápagos,
en las que Darwin encontró un firme argumento para desarrollar su
teoría de la evolución. El rechoncho aspecto del pingüino queda grabado
en la mente de quien lo ha visto alguna vez; miden de 45 centímetros
y pesan 1 kilo, pero el llamado Emperador alcanza los 115 centímetros
y hasta 45 kilos de peso; se calcula en varios cientos de miles los
pingüinos de este tipo, pero los otros, los más pequeños, se cuentan
por varios millones. El habitat de estas aves se sitúa desde los 50º
de latitud sur hasta la misma Antártida. En el siglo XIX los cazadores
de ballena se alimentaron de su carne y de sus huevos, incluso, se
llegó a desarrollar una industria aceitera , pero la explotación no
rindió frutos y los dejaron vivir en paz. Muchas de estas aves empiezan
a criar en la primavera o el verano austral; la incubación de los
huevos corre, alternativamente, por cuenta de los padres, salvo el
Emperador, tarea que solo asume el macho, sosteniendo el único huevo
en sus patas y abrigándolo con sus plumas, durante los 64 días que
dura el proceso, mientras la madre se interna en el mar para alimentarse,
cosa que debe hacer el macho apelando a sus reservas. A su regreso,
la madre debe caminar entre 80 a 160 kilómetros para regresar al nido.
Los otros tipos de pingüinos se alternan en la crianza y se turnan
en sus salidas al mar, ausentándose solo una o dos semanas. Estas
aves están adaptadas para desplazarse muy ligeras en el mar y por
su cortas patas lo hacen con dificultad en tierra, no obstante, pueden
desarrollar una inesperada ligereza, si necesitan correr; también,
hay una especie (Eudyptes chrysocome), capaz de desplazarse con sorprendente
habilidad y rapidez sobre las rocas. Hasta hace poco para los científicos
era un misterio saber cómo las hembras del pingüino, en pleno mar,
lograban encontrar el camino de regreso a tierra. Recientes estudios
afirman que las hembras se ayudan de los rayos solares y que son capaces
de reconocer los aspectos de la costa del lugar en que las aguarda
el macho, ya con la cría a su lado. Pero, para se llegue a este final
feliz, es necesario que en el mar hayan sido capaces de librarse de
la foca, su principal depredador. |
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