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Comparando las lenguas habladas en todos los países del mundo,
se han hallado semejanzas que han permitido clasificarlas, y tal es
el objeto de la ciencia llamada Lingüística. Se ha observado
que varias lenguas, muy distintas hoy, derivaban de un mismo tronco,
que se habían transformado de modo distinto en diferentes países.
El francés, el italiano, el español, son formas derivadas
del latín, que es la lengua madre de las tres. Se dicen hermanas
las lenguas que se encuentran en este caso.
Se ha descubierto parentesco entre lenguas hoy tan distintas que
el pueblo que habla la una no entiende una palabra de la otra. Se
ha llegado de esta suerte a clasificar, si no todas las lenguas del
mundo, al menos, todas las de los pueblos civilizados, y a agru-parlas
en unas cuantas familias. Todas las lenguas de los pueblos blancos
se han clasificado en dos familias. Las semíticas, habladas
por los pueblos del Asia occidental, son: el árabe, el siriaco,
el hebreo, el fenicio, el asirio. Las arias se hablan en toda Europa
y parte de Asia, y son el sánscrito, lengua de los antiguos
indos, de la que se han derivado las actuales del Norte de la India;
el zendo, hablado por los antiguos persas, así como todas las
lenguas germánicas de las que han salido el alemán,
el inglés, el holandés, el danés, el sueco; el
griego; las lenguas célticas, en otro tiempo habladas en Francia
e Inglaterra, y de las que quedan restos en Irlanda, en Escocia, en
el país de Gales, en Bretaña; las itálicas, de
la que la principal, el latín, dio origen a todas las lenguas
llamadas romances: francés, italiano, español y portugués,
rumano, y las eslavas, el polaco, checo, ruso, servio, búlgaro.
Al descubrirse este parentesco de las lenguas, se creyó prime-ramente
que correspondía a un parentesco de raza, que todos los pueblos
de idioma ario descendían de un mismo grupo humano y constituían
una misma raza, y se habló de "raza aria" y de "raza
semita". Ha llegado a buscarse "la cuna de la raza aria",
es de-cir, el país de donde habrían venido los antepasados
comunes de todos estos pueblos: indos, persas, griegos, italianos,
celtas, germa-nos, eslavos. Se ha buscado primeramente en las altas
montañas al Norte de la India, "la meseta del Pamir",
luego en las estepas de Rusia, al Norte del mar Negro o en las llanuras
del Báltico. Se ha acabado por comprender que la lengua no
tiene nada de común con la raza, puesto que no constituye un
carácter hereditario. El individuo habla la lengua que se le
enseña de niño, no la de su padre. El niño negro
hablará francés si se cría en una colonia francesa
e inglés si se cría en una colonia inglesa. El lingüista
Max Müller ha dicho: "El etimologista que habla de raza
aria, de pelo y ojos arios, comete tan gran pecado como cometería
el lingüista que ha-blase de diccionario dolicocéfalo
o de gramática braquicéfala".
Las lenguas, lo mismo que las religiones, se comunican por la educación,
no por el nacimiento. No hay que confundir, por tanto, la comunidad
de idioma con la de raza. Las gentes de un mismo país hablan
comúnmente el mismo idioma, porque viven juntas. Tienen también
las mismas costumbres, las mismas leyes, los mis-mos jefes. Forman
un grupo cuyos miembros se consideran unidos entre sí y solidarios
y por cierto, consideran extranjeros a los hombres de otro grupo,
muchas veces los tratan como enemigos. Cuando un grupo es poco numeroso
y lo forman salvajes, lo denominamos tribu. Los grupos bastante numerosos
para ocupar un territorio grande son pueblos. Los grandes pueblos,
los más civilizados, unidos desde tiempo ha bajo un mismo gobierno,
son naciones. Pero no todos los hombres de un mismo pueblo son de
la misma raza.
Finalmente, hay acuerdo para reconocer, como razas, solo a la raza
amarilla (pómulos salientes, ojos pequeños y oblicuos,
pelo liso, barba escasa - comúnmente braquicéfala) a
la que pertenecen los chinos, los mongoles y pueblos del Asia oriental
y del Norte; la raza negra (piel negra, nariz aplastada, labios gruesos,
pelo rizado, dolicocéfala) que habitan en África y los
transportados a América); la raza blanca (piel clara, nariz
y labios delgados, pelo suave ondulado o rizado, barba abundante,
variada forma de cabeza), viven en Europa, Asia occidental y norte
de África; y la raza roja (piel cobriza, pelo liso, rasgos
fisonómicos semejante a los amarillos y poblaban toda América,
antes de llegada de los europeos).
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