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Razas y pueblos

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Todos los hombres pertenecen a una misma especie. Pero difieren unos de otros por la estatura, la forma del cuerpo, de la cara y del cráneo, la contextura de los cabellos, el color de la piel, del pelo y de los ojos. Estas diferencias son bastante grandes para que se haya concebido la idea de clasificar a los hombres en razas. Se llama raza al conjunto de los individuos que se parecen entre sí, y que se diferencian de todos los demás por ciertos caracteres. Comúnmente los hijos se parecen a los padres, los rasgos distintivos de la raza son hereditarios. El hijo del negro tiene el pelo rizado y la piel negra, lo mismo que su padre.

Se ha tratado de clasificar a todos los hombres de la tierra en razas, como se ha clasificado a todos los animales en especies. Tal es el objeto de la Antropología. Para hacer esta clasificación, se han estudiado y medido las diferentes partes del cuerpo, buscando los caracteres que se encuentran en las generaciones sucesivas, y que podrían considerarse distintivos de una raza. Se ha tratado de clasificar a los hombres por la estatura, el color, la contextura del pelo y, sobre todo, la proporción entre la largura y la anchura del cráneo. Se ha llamado a loe cráneos anchos braquicéfalos, cabeza corta, y a los cráneos largos dolicocéfalos, cabeza en forma de almendra.

Se ha llegado a observar que la mayor parte de estos carac­teres no son fijos. Los padres tienen los ojos o el pelo claros, sus hijos pueden tener los ojos o el pelo oscuro. Es, por tanto, muy difícil separar a los hombres en grupos bien definidos. Los antropólogos difieren acerca de la división en razas y en el número de éstas. No hay acuerdo casi más que para reconocer tres o cuatro razas claramente distintas.

La raza amarilla tiene la piel amarilla, los pómulos salientes, los ojos pequeños y oblicuos, el pelo liso, la barba escasa. Común­mente es braquicéfala. A ella pertenecen los chinos, los mongoles y los turcos, y puebla el Asia oriental y del Norte.

La raza negra tiene la piel negra, la nariz aplastada, los labios gruesos, el pelo rizado. Es dolicocéfala. A ella pertenecen los negros que pueblan el África y que han sido transportados a la América tropical.

La raza blanca tiene la piel clara, la nariz y los labios delga­dos, el pelo suave, ondulado o rizado, la barba abundante. La forma de la cabeza varía. Es la raza que ha poblado toda Europa, el Asia occidental y el Norte de África, a la que pertenecen los europeos y los árabes.

La raza, roja tiene la piel cobriza, el pelo liso, los rasgos fisonómicos semejantes a los de los amarillos. Se la considera producto del cruzamiento de los amarillos con los negros. A esta raza pertenecen los Pieles Rojas que poblaban toda América antes de la llegada de los europeos.

Estas razas comprenden la gran mayoría de los hombres que habitan el globo. Quedan todavía pueblos acerca de cuya clasifica­ción no se está de acuerdo: los hotentotes del África austral, los hombres pequeños de piel negra y braquicéfalos de la India , los negros de Australia y de Nueva Guinea, los polinesios.

Las razas no son más que grupos naturales de hombres que se asemejan por caracteres físicos. Pero no todos los que pertenecen a una raza hablan la misma lengua, ni creen formar en conjunto un mismo pueblo. Por el contrario, los de raza diferente pueden tener el mismo idioma y ser conciudadanos. Los negros de las Antillas francesas hablan el francés y son ciudadanos franceses.

Comparando las lenguas habladas en todos los países del mun­do, se han hallado semejanzas que han permitido clasificarlas, y tal es el objeto de la ciencia llamada Lingüistica. Se ha observado que varias lenguas, muy distintas hoy, derivaban de un mismo tronco, que se había transformado de modo distinto en diferentes países. El francés, el italiano, el español, son formas transformadas del latín, que es lengua madre de las tres. Se dicen hermanas las len­guas que se encuentran en este caso.

Se ha descubierto parentesco entre lenguas hoy tan distintas que el pueblo que habla la una no entiende una palabra de la otra. Se ha llegado de esta suerte a clasificar, si no todas las lenguas del mundo, al menos- todas las de los pueblos civilizados, y a agru­parlas en unas cuantas familias. Todas las lenguas de los pueblos blancos se han clasificado en dos familias. Las semíticas, habladas por los pueblos del Asia occidental, son: el árabe, el siriaco, el hebreo, el fenicio, el asirlo. Las arias se hablan en toda Europa y parte de Asia, y son el sánscrito, lengua de los antiguos indos, de que se han derivado los actuales del Norte de la India ; el zendo, hablado por los antiguos persas; todas las lenguas germánicas de que han salido el alemán, el inglés, el holandés, el danés, el sueco;el griego; las lenguas célticas, en otro tiempo habladas en Francia e Inglaterra, y de que quedan restos en Irlanda, en Escocia, en el país de Gales, en Bretaña; las itálicas, de la que la principal, el latín, dio origen a todas las lenguas llamadas romances: francés, italiano, español y portugués, rumano, y las eslavas, el polaco, eheco, ruso, servio, búlgaro.

Al descubrirse este parentesco de las lenguas, se creyó prime­ramente que correspondía a un parentesco de raza, que todos los pueblos de idioma ario descendían de un mismo grupo humano y constituían una misma raza, y se habló de "raza aria" y de "raza semita". Ha llegado a buscarse "la cuna de la raza aria", es decir, el país de donde habrían venido los antepasados comunes de todos estos pueblos: indos, persas, griegos, italianos, celtas, germa­nos, eslavos. Se ha buscado primeramente en las altas montañas al Norte de la India , "la meseta del Pamir", luego en las estepas de Rusia, al Norte del mar Negro o en las llanuras del Báltico. Se ha acabado por comprender que la lengua no tiene nada de común con la raza, puesto que no constituye un carácter hereditario. El individuo habla la lengua que se le enseña de niño, no la de su padre. El niño negro hablará francés si ge cría en una colonia francesa, inglés si en una colonia inglesa. El lingüista Max Müller ha dicho: "El etimologista que habla de raza aria, de pelo y ojos arios, comete tan gran pecado como cometería el lingüista que hablase de diccionario dolicocéfalo o de gramática braquicéfala".

Las lenguas, lo mismo que las religiones, se comunican por la educación, no por el nacimiento. No hay que confundir, por tanto, la comunidad de idioma con la de raza. Las gentes de un mismo país hablan comúnmente el mismo idioma, porque viven juntas. Tienen también las mismas costumbres, las mismas leyes, los mis­mos jefes. Forman un grupo cuyos miembros se consideran unidos entre sí y solidarios. Consideran extranjeros a los hombres de oro grupo, muchas veces los tratan como enemigos. Cuando un grupo es poco numeroso y lo forman salvajes, lo denominamos tribu. Los grupos bastante numerosos para ocupar un territorio grande son pueblos. Los grandes pueblos, los más civilizados, unidos desde larga fecha bajo un mismo gobier- no, son naciones. Pero no todos los hombres de un mismo pueblo son de la misma raza. En los períodos prehistóricos, los cráneos de las gentes de una misma tribu, que se encuentran juntos en la misma sepultura, son muchas veces de razas diferentes. Ninguna de las grandes naciones de hoy se ha formado con gentes de una sola raza.