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GEORGE BERNARD SHAW

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        Pocos hombres han sacudido tanto la conciencia de la sociedad del siglo XX como este irlandés, nacido en Dublin el 26 de julio de 1856 y muerto el 2 de noviembre de 1950. Pocos, también, han hecho famosas tantas frases para resumir su actitud filosófica, su pensamiento político y su acción social :
  • El salvaje se inclina ante los ídolos de madera y de piedra; el civilizado ante los hombres de carne y hueso.
  • Libertad significa responsabilidad; por eso, la mayor parte de la gente la teme.
  • El amor al juego limpio es la virtud de los espectadores, no de los que actúan.
  • El amor ideal es únicamente el que se comunica por correo.
  • No son leales, solo son serviles.
  • No son gente moral; solo viven bajo normas convencionales.
  • No son respetables; solo van vestidos elegantemente.
  • La propiedad es un robo, escribió Proudhon. Es la única perogrullada perfecta que se    ha dicho sobre la cuestión.

        Shaw tuvo una infancia ingrata; pasó por varias escuelas. A los 13 años estuvo en la Modelo Central, que odió toda su larga vida. Realizó toda clase de trabajos para vivir pobremente, vestido con ropas raídas y zapatos rotos, pero sin dejar de ir al British Museum para leer Das Kapital, de Marx, alternando esta lectura con la partitura musical de Tristán e Isolda, del crítico musical William Archer, traductor de los dramas de Ibsen. Se incorporó al socialismo al escuchar a Henry George.

        En 1884, ingresó a la Sociedad Fabiana, llamada así en recuerdo de Fabio, el general romano que derrotó a Aníbal con la simple estrategia de no acep-tar nunca la batalla a campo abierto. George Bernard Shaw contrajo viruelas y lució una barba roja hasta los los 40 años, pero la barba se volvió blanca en medio siglo. Se hizo vegetariano al leer a Shelley. Había escrito 5 novelas, pero todas fueron rechazadas por los editores. A los 29 años se convirtió en crítico musical. Su madre, que fue una buena cantante, lo hizo amar las bellas artes; a los 15 años Shaw conocía de memoria obras de Mozart, Haendel y Beethoven. Sus artículos despertaron la afición del público por la música de Mozart y de Wagner. Años más tarde escribió El perfecto wagneriano, obra valiosa para la comprensión del macizo autor de El Anillo de los Nibelungos.

        Influenciado por Ibsen, desde 1894, empezó a escribir sus dramas de tesis, ridiculizando a mucha gente y burlándose de los modos en boga para escribir teatro. Shaw atacó a todo lo establecido y a las causas injustas, pero también él, aún en su vejez, fue duramente atacado. Ni políticos ni literatos economizaron adjetivos para herirlo. Lo motejaron polichinela irlandés- saltimbanqui de la paradoja- mequetrefe presumido que expresa lo evidente en términos injuriosos. Winston Churchill lo calificó como charlatán del socialismo y Gilbert Seldes, criticando su monumental Vuelta de Matusalén, escribió: Su creación no tiene vida porque su autor no es artista. Shaw escribió muchas obras trascendentes, como La quintaesencia del ibsenismo, que cambió las ideas sobre el drama y afectó a toda la historia del teatro. También deben citarse Las casas de los viudos, La conversión del capitán Brassbound o Hombre y superhombre, versión sajona, pero trocada de Don Juan Tenorio. Sin embargo, sus obras de teatro más conocidas y populares son: Cándida, La profesión de la sra. Warren y Pygmalion; ésta, ha sido llevada al cine con el nombre de My Fair Lady.

            George Bernard Shaw defendió con calor su vida y su obra. Escribió de sí mismo:

  • Mi especialidad consiste en tener razón cuando otros están equivocados. 
  • Si Uds. estuviesen de acuerdo conmigo, yo no les serviría para nada.
  • Yo no simpatizo con nadie. Las personas capaces no despiertan simpatías. No soy un hombre simpático, pero soy indispensable.
  • Mi peculiar estilo de humor es decir la verdad, lo cual constituye la mayor broma del mundo.

        Shaw tuvo largos amores epistolares. Ya tenía cuarenta años cuando conoció a la rica irlandesa Charlotte Payne-Twonshend. Gracias al éxito que tuvo en USA. su obra Discípulo del Diablo, no se sintió menoscabado por la fortuna de Charlotte, pese a que tuvieron problemas y ella rompió el compromiso, olvidándose de la mecanografía que había aprendido para ayudar al escritor, incluso, descifrando su letra. Shaw, se sintió abrumado por el trabajo y se derrumbó; sin embargo, cuando ella volvió a Londres lo cuidó hasta que recuperó la salud. Se casaron el 1 de julio de 1898 y vivieron contentos, en la misma casa, hasta la muerte de la señora Shaw, ocurrida 45 años más tarde.

        En 1950, el escritor sufrió una caída al tratar de podar un árbol. - Una caída del estado de gracia - comentó. Pero aunque el hueso soldó bien a sus 94 años, el golpe reactivó una antigua infección de los riñones; resistió la primera operación, pero no la segunda. Era el 2 de noviembre de 1950.

        En 1925, George Bernard Shaw había sido galardonado con el premio Nobel de Literatura. Dispuso que los dineros de premio fueran destinados a crear una Fundación Anglo-Sueca, que debía encargarse de traducir obras suecas al inglés.