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TEORÍA   CELULAR

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¿Cómo se llegó a formular la Teoría Celular?

En primer lugar es necesario establecer que a mediados del siglo XV se inventó el microscopio, que servía para observar pequeñas partículas de materia. El instrumento fue perfeccionado por el danés Leeuwenhoek, dos siglos más tarde. Robert Hooke utilizando un microscopio examinó una corteza de alcornoque y observó que la caparazón del corcho estaba formada por muchas diminutas cavidades, muy semejantes a los poros de una esponja, y les dio el nombre de células. Este hecho ocurrió en el año 1665.

Otros investigadores, en los años siguientes, comprobaron que estas células también estaban presentes en los tejidos vivos, aunque estaban llenas de líquidos. Debió transcurrir un siglo y medio más para que se llegara a la certeza de que la materia estaba constituida por células y, además, que cada célula era una unidad independiente de vida y se constató que había organismos formados por una sola célula.

Esta concepción es la que conocemos como teoría celular y al líquido coloidal contenido por la célula se le llamó protoplasma (griego=primera forma). Otro científico alemán, Schultze, demostró que tanto las células animales como las vegetales, tenían una semejanza esencial, no importando que fueran de seres simples o muy complejos. También, con estos descubrimientos se estableció la evidencia de que todo organismo vivo, sin que interesara su tamaño, comenzaba su vida como una célula única.

En el curso de estas observaciones con microscopio, Ham, encontró en el semen unos pequeños corpúsculos que fueron llamados espermatozoide (griego=semilla animal), al paso que, en 1827, Von Baer, identificó el óvulo o célula huevo de los mamíferos.

Con estos conocimientos se comprendió que la unión de ambos formaban un óvulo fertilizado, a partir del cual por sucesivas divisiones y subdivisiones, se desarrollaba el animal  Faltaba saber cómo se dividían las células. La respuesta la encontró el científico británico Brown, al descubrir un pequeño glóbulo, algo denso, en el interior de cada célula; a  esta pequeña parte de la célula se denominó núcleo.

También, se probó que, al dividirse un organismo celular, solo la parte de la célula que conservaba íntegro el núcleo tenía la capacidad de crecer y dividirse; por eso, los glóbulos rojos de los mamíferos que carecen de núcleo, tienen una existencia breve, dado que  no pueden crecer ni dividirse, razón por lo cual no son consideran como verdaderas células y se les llame glóbulos.

Los progresos de las investigaciones se detuvieron, porque la célula es bastante transparente, lo que imposibilitaba describir su subestructura. Se pensó entonces que era necesario emplear colorantes para probar teñir ciertas partes de la célula; un colorante llamado hematoxina tenía de negro, pero solo el núcleo.

En 1879, Flemming, investigador alemán, logró teñir unos pequeños gránulos al interior del núcleo y los llamó cromatinas (griego=color), proceso y describió de este modo: “Al iniciarse la división celular, la cromatina se agrega para formar filamentos, la membrana parece disolverse y un tenue objeto se divide en dos. Este es el aster (griego=estrella) cuyos filamentos se desprenden de él, dándole ese aspecto de estrella. Luego de dividirse el aster, cada parte se dirige a puntos opuestos de la célula y los filamentos se unen a cromatina, que ocupa el centro de la célula. Entonces el aster arrastra a la mitad de los filamentos de la cromatina hacia cada una de las unidades de la célula, y como resultado, la célula se estrangula en la mitad y, finalmente, se divide en dos células. En cada una de ellas, se desarrolla un núcleo celular y la membrana regular rodea el material cromático, fragmentándose de nuevo en pequeños gránulos.

Flemming llamó a este proceso mitosis (griego=filamentos), por el importante papel que juegan los filamentos de la cromatina.

En 1888, Waldmeyer propuso el nombre de cromosomas (griego=cuerpo coloreado), aunque son incoloros.También, se comprobó que cada especie animal o planta, tiene un número característico y fijo de cromosomas, y que antes de la división y durante la mitosis, su número se duplica para que cada célula-hija tenga igual número de cromosomas que la célula-madre original.

El belga Van Beneden, en 1883, descubrió que los cromosomas no se duplicaban al formarse las células germinales - óvulo y espermatozoide - que solo tienen la mitad de los cromosomas que las células ordinarias del organismo, pero que al unirse en el óvulo fertilizado tienen la serie completa: la mitad aportada por el óvulo de la madre y la otra mitad por el espermatozoide del padre. Luego, por el proceso normal de mitosis, cada célula recibe un juego completo de cromosomas.

Hasta 1956, se creyó que el juego completo se componía de 24 pares. Ese año, se comprobó que solo eran 23. En el proceso de la división celular, alguna vez, la separación no es regular y, así, una célula puede tener un cromosoma más y otra célula, uno menos. Estas alteraciones son desastrosas en el proceso de meiosi (griego=hacer menos), debido a que las células-huevo o cigotos, nacen con imperfecciones cromosónicas. La enfermedad  más frecuente es el síndrome de Down, recordando a quien la descubrió en 1866. Acarrea un grave retraso mental que, vulgar e injustamente, se llama mongolismo, porque un síntoma es que las criaturas nacen con los párpados sesgados, lo que recuerda a los pueblos asiáticos.