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Antes de aparecer la vida

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Después de haberse solidificado y enfriado la corteza terrestre hubo un largo período evolutivo antes de que apareciera la vida. Es posible que este período haya durado entre mil y tres mil millones de años.Se cree que, hacia el final del mismo, había poco o nada de oxígeno libre en la atmósfera terrestre.


Pero existían, en cambio, miríadas de moléculas de otras clases. Algunas eran los componentes de las partes sólidas de la corteza terrestre; otras, estaban disueltas en los océanos que, para ese entonces, ya se habían formado; otras, constituían los componentes de la atmósfera. Existía el agua, cada una de cuyas moléculas estaba formada por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, y tres átomos de hidrógeno se combinaron con uno de nitrógeno para formar una molécula de amoníaco; existía una cantidad incontable de éstas. Los átomos de carbono se combinaron con hidrógeno, en la relación de uno a cuatro, y resultaron así innumerables moléculas de metano. Esta sustancia abunda en el gas natural empleado para iluminación y cocina. Las moléculas de hidrógeno, en las cuales los dos átomos de hidrógeno compartían sus únicos electrones, se hallaban por doquier.


Hace varios años el profesor Urey señaló, sobre la base de una explicación fisicoquímica que, en las condiciones existentes en la Tierra primitiva, las cuatro moléculas mencionadas: hidrógeno, agua, amoníaco y metano, podrían actuar entre sí químicamente para dar origen a muchas clases de moléculas complejas que contienen carbono y que se encuentran actualmente en los seres vivientes.
Esta predicción fue verificada experimentalmente por el doctor Stanley Miller. El ensayo se hizo colocando hidrógeno, agua, amoníaco y metano en un tubo de vidrio, libre de aire y sellado. A través del mismo se hizo pasar una descarga eléctrica como fuente de energía necesaria para iniciar las reacciones químicas anticipadas. El experimento confirmó la predicción. Se pudieron así identificar varios aminoácidos. Eran aminoácidos idénticos a los hallados en las proteínas del hombre y otros organismos.


Esta experiencia constituye una demostración convincente de que Darwin, Haldane y Oparin bien pudieron tener razón cuando supusieron, sobre bases menos adecuadas, que tales moléculas, ricas en energía, podían haberse formado normalmente, por reacción química, en un mundo anterior a la presencia de la vida. Cabe presumir que en las primeras etapas de la Tierra el equivalente de la descarga eléctrica utilizada en el experimento de Miller serían las descargas de los relámpagos. Se han logrado obtener indicios de la existencia, en condiciones térmicas (temperaturas de 100 a 200° C), de varias reacciones importantes de los aminoácidos, incluyendo la producción de péptidos y un precursor de los ácidos nucleicos.


Nuestra Tierra se habría formado en el seno de una masa gaseosa, con procesos de condensación y decantación progresivos. La Tierra primitiva, a una muy alta temperatura, se encontraba en gran parte en estado de fusión, y la gravedad engendró una diferenciación entre un núcleo muy denso y capas periféricas más ligeras, lo que explica la diferencia entre la densidad media del globo y la densidad de las rocas de la superficie.
En lo referente a la formación de la corteza terrestre se postulan dos teorías contrarias, una de contracción del globo y otra de expansión; ambas, sin embargo, se sostienen con argumentos muy precisos, aunque la hipótesis de la expansión cuenta con un mayor número de opiniones científicas a su favor.